“Porque
el que murió peleando
Vive
en cada compañero!”
Milonga del Fusilado – José Guerra
El 15 de agosto de 1972, se
llevó a cabo un plan de fuga realizado por las diferentes organizaciones
revolucionarias, en el penal de máxima seguridad de Rawson. En este penal, la
dictadura del General Lanusse, destinaba a los presos de las organizaciones armadas,
estudiantiles y sindicales.(((())))) El objetivo de la fuga consistía en
rescatar a una gran parte de la conducción y cuadros de las organizaciones revolucionarias, que
venían luchando contra los planes de los gobiernos militares de Onganía, Levingston
y Lanusse.
La fuga
El 15 de agosto de 1972 se
llevó a cabo una operación militar, coordinada y llevada a cabo por los
miembros de las organizaciones político militares como las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), Montoneros, Partido Revolucionario del Pueblo (PRT) y su
brazo militar Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que logran tomar el
penal de máxima seguridad. El objetivo consistía en rescatar a más de 120
militantes revolucionarios. La fuga contaba con la colaboración y solidaridad
desde el exterior encabezada por la comisión de solidaridad con los presos, y
con el apoyo en el interior del dirigente del sindicalismo clasista Agustín
Tosco.
Pero en la ejecución del
plan se produjeron errores, por lo que sólo pudieron salir 25 de los
militantes, quedando un grupo de más de 115 revolucionarios dentro del penal.
Seis consiguieron escapar al Chile de Salvador Allende (Roberto Santucho,
Gorriarán Merlo, el gringo Mena del ERP, Marcos Osatinsky y Roberto Quieto de FAR y Fernando Vaca Narvaja de Montoneros)
en un avión de la línea comercial Austral que había sido tomado, mientras que
otros 19 quedaron cercados en el Aeropuerto. Éstos negociaron que los
regresaran al penal, y se entregaron. Pero fueron llevados a la base naval
Almirante Zar, donde los torturaron hasta el 22 de agosto, cuando los sacaron
de las celdas y los fusilaron.
¿En qué contexto se produjo la fuga?
El proceso ascendente de
movilizaciones de masas, encabezadas por la clase obrera, el movimiento
estudiantil y las organizaciones revolucionarias, pusieron en “estado de
guerra” a las diferentes fracciones de la burguesía. Ésta, a partir del
“Cordobazo”, se dividió en dos estrategias: por un lado la que impulsaba el
aniquilamiento de la “subversión”, y por el otro la que buscaba una salida
política a la situación de conflictividad social, encauzando las luchas
sociales dentro del sistema institucional: la salida electoral jugaría un papel
fundamental para lograr este objetivo. Finalmente, se impuso la salida
política, enmarcada en el Gran Acuerdo Nacional (GAN) impulsada por el General
Lanusse, que contó con la colaboración del partido Justicialista y la Unión
Cívica Radical.
Una vez lanzada la política
del GAN, la fracción de la burguesía desplazada intentó boicotear esta línea de
intervención. Las fuerzas revolucionarias también trataron de obturar esta
iniciativa, que iba ganando cada vez más adeptos. Los fusilamientos de 19
presos políticos (de los cuales 3 sobrevivieron) producidos el 22 de agosto de
1972, en la base Almirante Zar de Trelew, perpetrados por la Marina, hizo
tambalear la política del GAN. Con este hecho la Marina buscaba, por un lado,
perturbar la estrategia político electoral lanzada por Lanusse y su Gran
Acuerdo Nacional; y por otro lado, buscaba el aniquilamiento de los cuadros
revolucionarios. Sin embargo este hecho, lejos de producir un proceso de
desmoralización, generó un proceso de luchas en todo el país, que se unificó a
otra serie de reclamos y que demostró la fortaleza del incipiente nivel de
coordinación de las diferentes organizaciones revolucionarias. La unidad en la
acción llevada adelante en Trelew fue suspendida por el triunfo electoral de
1973, que llevó a Cámpora al gobierno.
Trelew a 45 años…
La masacre de Trelew fue un ensayo de la práctica sistemática de crímenes y torturas que llevaría adelante la burguesía, cuyo objetivo fundamental estaría centrado en la aniquilación de los cuadros más combativos del movimiento popular que se atrevían a cuestionar su poder. 45 años después, las prácticas de la desaparición para intentar disciplinar al conjunto de la sociedad siguen estando a la orden del día.
La fuerza de la voluntad demostrada por diversas organizaciones revolucionarias, la incipiente unidad alcanzada y su entrega a la causa revolucionaria son las mejores enseñanzas que nos dejaron la generación de compañeros revolucionarios. Nuestro mejor homenaje a los compañeros caídos es seguir su camino en la búsqueda por una sociedad que soñaron y por la que lucharon: el Socialismo.
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