La historia del 8 de marzo está cruzada por situaciones y
hechos que muestran un escenario más complejo y rico en acontecimientos,
marcados por la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la lucha por el
sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas, y el creciente
auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en
Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Los orígenes del Día Internacional de
la Mujer están ligados a los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa.
Contexto en el que suceden diferentes actos de lucha protagonizados por
mujeres, sobre todo en el continente europeo, Rusia y Estados Unidos; en marzo
de 1904 mujeres obreras fueron encerradas y calcinadas en la fábrica que
trabajaban por reclamar por mejores condiciones de trabajo. En 1912 estalla una
huelga conocida como Pan y Rosas protagonizada por obreras textiles. Estas
acciones, entre otras, fueron las primeras acciones obreras organizadas por
mujeres contra la explotación
capitalista.
El hecho de la
fábrica de camisas en Nueva York, adquirió mayor relevancia porque las trabajadoras de esa fábrica protagonizaron las primeras huelgas exclusivamente de
mujeres que reclamaban por:
- Aumento de salarios
- Mejoras en las condiciones de trabajo
- Abolición del sistema de subcontratación y las multas
- Jornada laboral de 8 horas
- Carga igual de trabajo durante todo el año
- Reconocimiento de los derechos sindicales
- Puertas abiertas durante la jornada laboral
A estas huelgas se
unieron unas 40.000 obreras, que paralizaron la industria norteamericana.
Cuando finalizó la huelga, la mayoría de los empresarios negociaron con sus
trabajadoras parte de las reivindicaciones, solo 13 fábricas no negociaron
entre ellas la Triangle, de haber aceptado las condiciones de las trabajadoras
el incendio no habría tenido las consecuencias catastróficas que tuvo.
El incendio tuvo
lugar un año después de celebrada la II conferencia de Mujeres Socialistas en 1910, donde se
asume el compromiso de celebrar el día internacional de la mujer trabajadora.
Mientras que los
orígenes de este día son mucho más complejos de rastrear, su base ideológica
hay que buscarla en el movimiento socialista de finales del siglo XIX. Serán
los partidos socialistas los primeros que incluyan en sus programas las
reivindicaciones del derecho al voto de las mujeres y los relativos a la
igualdad.
No es extraño que
en la primera mitad del siglo XX se desarrollara un potente movimiento obrero
y, a la par un potente movimiento de mujeres socialistas.
En 1907 se celebró
la primera conferencia de Mujeres socialistas en Stuttgart, Alemania, los
puntos principales del programa fueron:
- Lucha contra la explotación capitalista
- Lanzar la campaña por el derecho al voto femenino y las ideas socialistas
- Establecer relaciones internacionales entre mujeres socialistas
- Igualdad de salarios
- Eliminación del trabajo infantil
- Eliminación de la prostitución
- Reducción de la jornada laboral
- Acceso al sistema educativo
- Reforma legal que facilitase el divorcio
- Socialización de las tareas domésticas, a través de la Creación de servicios como comedores, guarderías, lavandería.
- Aborto legal
En 1909, las
socialistas norteamericanas toman la iniciativa de celebrar el Womans day, con
el propósito de unir fuerzas, propagar la lucha por el derecho al voto y las ideas
socialistas, esta iniciativa será la precursora de la celebración internacional
de un día de la mujer trabajadora.
Aunque tanto el
movimiento feminista burgués como el movimiento de mujeres socialistas
defendían la misma reivindicación, el derecho de las mujeres al voto, los
objetivos eran completamente diferentes, lo que provocó desde un primer momento
una línea divisoria entre los movimientos. Mientras las feministas consideraban
esta reivindicación como un fin en sí mismo, mediante el cual podían impulsar las
reformas necesarias para lograr la igualdad en todos los terrenos con los
hombres de su clase, no cuestionaban el sistema capitalista; Por otro lado, para
las mujeres socialistas la reivindicación del sufragio era una táctica para
utilizar las instituciones burguesas contra las instituciones mismas. Se
consideraba el voto como un medio para participar en la vida política,
facilitando el trabajo de agitación, concientización y organización.
Las socialistas no
llevaron estas luchas en alianza con el movimiento feminista burgués, sino con
los partidos socialistas y vieron que la verdadera liberación de la mujer
estaba unida a la lucha por el socialismo.
En agosto de 1910
se celebra la II Conferencia de mujeres socialistas en Copenhague, en esta
segunda conferencia se decide instaurar un día de la mujer trabajadora con el
objetivo principal de promover el derecho al voto desde una perspectiva
socialista, las principales oradoras fueron: Clara Zetkin (delegada alemana),
Alejandra Kollontay (delegada rusa).
Serán las
trabajadoras rusas las que recojan las reivindicaciones de la II conferencia, y
empiezan a celebrar este día en 1913; la fecha elegida fue el 17 de febrero (2
de marzo en el calendario occidental), bajo la denominación de día
internacional de las trabajadoras. Las manifestaciones realizadas en Rusia, se
saldan con una fuerte represión de los actos, y la detención de varias
militantes bolcheviques deportadas a Siberia.
Sin embargo, el 8
de marzo de 1917, tiene lugar un estallido revolucionario que acabaría con el
régimen zarista. Las mujeres de Petrogrado, cansadas de la escasez de
alimentos, y de los precios de estos, se lanzaron a las calles. Para el 10 de
marzo la huelga ya era general, el 12 se constituye el soviet de Petrogrado,
dos días más tarde se crea el gobierno provisional y el 17, con el ejercito del
lado de los revolucionarios, el Zar Nicolás II dimite, y Rusia se convierte en
una República; estos hechos desembocaran meses más tarde en la revolución de
Octubre.
Es importante
recordar que Marx y Engels ubicaron el problema de la mujer y el niño, de la
familia y el matrimonio, demostrando que la propiedad privada da lugar a la
división de la sociedad en clases y demostraron, también, que dicha división
modificó la familia y la posición de la mujer en ella.
Actualmente la desigualdad jerarquizada entre mujeres y
varones está justificada en el supuesto
“sexo débil y sus triunfos” pero este supuesto habla de algunas mujeres y de
aspectos parciales de sus vidas, ocultando que la cuestión de la opresión de
género está entrelazada también con la
explotación de clase. ¿Son acaso iguales las vidas de las mujeres empresarias,
las obreras, las mujeres de los países imperialistas y de los países del
“Tercer Mundo”, las de las mujeres blancas y las mujeres negras, las
inmigrantes o las refugiadas? Por eso hablamos de las mujeres y no de la mujer,
porque suponer que solo por ser mujeres hay algo que las vincula es caer en un
reduccionismo de la idea patriarcal
dominante que las mismas feministas han criticado. Hablar de género así es
hacer uso de una categoría abstracta.
Patriarcado y capitalismo han constituido una unión
indisoluble donde el hambre y el abuso, la desocupación y la violencia, la
explotación y la opresión se ciernen sobre las mujeres trabajadoras, como hemos
visto, de un modo particular. A pesar de
todas las leyes de emancipación femenina, la mujer sigue siendo una
esclava del hogar, porque las pequeñas tareas domésticas la agobian, la asfixia, la embrutecen, la
atan a la cocina y a los hijos.
Con el día internacional de la mujer trabajadora, ha ocurrido lo mismo que con otras
fechas significativas del movimiento obrero, el capitalismo se ha apropiado de
ellas, no sin antes vaciarlas de contenido, y alejarlas de cualquier objetivo
socialista.
El de 8 de marzo,
ha ido mutando desde su origen, se fue eliminando su carácter de clase, y de
ser un día de lucha y reivindicación de las trabajadoras de todo el mundo
inscrito en la lucha por el socialismo, se ha convertido en un día festivo
donde las consignas giran en torno a la lucha entre los sexos y no entre las
clases. En ese sentido, debemos asumir la tarea de recuperar la memoria de un
pasado de lucha de las mujeres trabajadoras enterrado y falsificado por la burguesía.
Por esto, seguimos sosteniendo que es
imposible conmemorar las luchas de la mujeres desde una perspectiva que no
sea la de clase y que si bien no surge
con el capitalismo, la opresión de las mujeres adquiere bajo este modo de
producción, rasgos particulares convirtiendo al patriarcado en un aliado
indispensable para la explotación y el mantenimiento del status quo. La
pertenencia de clase no puede agregarse
a otras identidades, ya que estas identidades (mujer, negro, homosexual)
solo adquieren su significación social
concreta en relación a su vínculo con una clase social, donde la clase es el
eje que determina la vivencia de cada sujeto de su propia
subordinación identitaria.
En 1975 la Organización de las Naciones
Unidas, ONU, declara el 8 de marzo como el día internacional de la mujer y de
la paz, y los gobiernos de la mayor parte de los países capitalistas organizan
actos oficiales en esta fecha. Así se fue enterrando el pasado combativo de las
mujeres trabajadoras, y se ha falsificado uno que pueda ser asumido por todas
las mujeres sin distinción de clase.
Consideramos que la tarea es recuperar la
memoria del 8 de marzo como el día internacional de la mujer trabajadora,
recuperar sus orígenes y el espíritu combativo y reivindicativo que tuvo en sus
orígenes. Las socialistas no tenemos nada que festejar, y si una revolución
socialista por hacer.
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