La Universidad, como espacio
institucional de formación de profesionales capaces de responder a las
necesidades que genera el sostenimiento y reproducción del sistema social
actual, es además un escenario de lucha por la producción y apropiación del
conocimiento. Como tal, la Universidad se encuentra atravesada por los
proyectos políticos y sociales que circulan al interior de la sociedad.
En los últimos años, las políticas
neoliberales, (es decir, la construcción de sociedades profundamente desiguales
con alta concentración de la riqueza en pocas manos y una amplia proporción de
población condenada a la pobreza y la miseria), han intentado desarrollar un
proceso de reconversión de la Universidad Pública Argentina que responda a los
nuevos patrones de acumulación y dominación. Es decir, que lo que determinaría
qué tipo de profesionales y qué tipo de conocimientos debe producir la
Universidad Pública sería, bajo esta orientación, las necesidades del mercado.
En este sentido, el perfil de la fuerza de trabajo que dicho mercado demanda
sería, por una parte, un grupo reducido altamente especializado (que tendría
acceso a todos los niveles educativos, incluyendo la Educación Superior),
frente a una gran masa de trabajadores asalariados de baja calificación (cuyo
acceso a los distintos niveles educativos tendría un alcance limitado o
restringido, especialmente en cuanto a la educación universitaria). De allí el
alto grado de interés de los organismos financieros por controlar e influir en
las políticas educativas en general y las universidades en particular. Estas
reformas neoliberales, que abarcan toda la estructura del Estado y que
pretenden consolidar al mercado como regulador exclusivo de las políticas
sociales (educación, salud, etc.), no han sido aplicadas de forma aislada en
nuestro país, sino que han sido parte de una política para toda América Latina.
En este sentido, en los últimos
años, hemos asistido y combatido la implementación de estas políticas exigidas
por los organismos financieros internacionales (Banco Mundial y Fondo Monetario
Internacional entre otros) e instrumentadas por una buena parte de los altos
cuadros de la dirección política académica de las Universidades. Dicho proceso
apunta a destruir el influjo democratizador que en América Latina tuvo la
Reforma Universitaria de 1918 (reforma que sentó las bases de un modelo de
Universidad que permitió el acceso a más amplios sectores de la sociedad). Este
proceso se manifiesta a partir de la implementación del ajuste presupuestario
estructural permanente al interior de la Universidad Pública, donde vemos
avanzar la progresiva degradación de los títulos universitarios y el
florecimiento del negocio de las instituciones privadas. De esta manera, a
través del ahogo presupuestario sistemático, estos organismos internacionales
logran generar el “consenso” necesario para promover y acompañar de manera
efectiva las reformas planteadas por sus objetivos de reconversión educativa:
la liquidación de la Educación Pública, Gratuita y Laica.
En este marco se sanciona a nivel
nacional la Ley de Educación Superior (1995) y acorde a ella, la UNLu en ese
mismo año inicia el proceso de adecuación de su estatuto a los parámetros de
esta ley. Al calor de las luchas contra la aprobación y aplicación de estas
reformas, se conforma la Agrupación
Política Nueva Opción. Nace de la reflexión colectiva de un grupo de
compañeros, del intento de unir un análisis riguroso de la realidad con una
práctica que intenta transformarla. En este sentido nos resistimos a
“naturalizar” como un dato de la realidad educativa, los efectos de la
destrucción sistemática de la Educación Pública a partir de la L.F.E. y de la
L.E.S.,y a la “naturalización” de sus efectos más reaccionarios como, en el
caso de la L.E.S., la liquidación de la autonomía y la autarquía universitaria,
la implementación progresiva de exámenes y cupos de ingreso, la destrucción progresiva
de las carreras de grado y la privatización creciente de la investigación y la
producción de conocimiento al servicio de unas pocas empresas extranjeras, el
ahogo presupuestario sistemático y la destrucción de la estabilidad laboral y
salarial de los trabajadores docentes y no docentes, entre otros.
Consideramos que este proceso de
reconversión de la Universidad Pública bajo los criterios contenidos en las
leyes neoliberales en materia educativa no ha concluido, sino que tanto el
gobierno de Kirchner como el de Cristina Fernández, aunque han intentado
“distanciarse”
de las políticas de “los noventa”, no han modificado en
lo sustancial dicha orientación, sino que la han profundizado, lo que a nivel
educativo se expresó en la sanción de una nueva Ley de Educación Nacional que
no abandonó los principios fundamentales de la L.F.E. de 1995 ni reconoció los
efectos liquidacionistas de aquella.
La Universidad Nacional de Luján
La UNLu está atravesada por la
política nacional. No es ajena a la puja electoral del gobierno kirchnerista y
la oposición derechista, ya que, por un lado, muchos de los que gobiernan la
UNLu son parte orgánica de dichos partidos, y por otro, porque el
financiamiento de las Universidades está sujeto a los acuerdos que se realicen
con los miembros del Gobierno Nacional, y eso no deja de darle cierta
dependencia. A su vez, existe el debate pendiente acerca de la nueva ley de
educación superior que reemplazaría a la ley de educación superior del menemismo.
Y por último, el Estado, con el apoyo de quienes gobiernan nuestra universidad,
desde las reformas neoliberales, no ha dejado de intervenir en las
universidades violando su autonomía, exigiendo la apertura y cierre de
carreras, y la reforma de los planes de estudio de nuestras carreras de acuerdo
a las necesidades del sector privado.
Por otro lado la UNLu tiene sus
propios problemas, muchos de los cuales se solucionarían con un fuerte aumento
presupuestario, como es la falta de infraestructura acorde a la cantidad de
estudiantes, el insuficiente presupuesto para salarios docentes, el miserable monto para las becas,
pasantías y congresos, etc. Por lo cual, el reclamo por aumento presupuestario
a nivel nacional, no deja de ser una consigna sentida por las universidades.
Sin embargo, otros problemas se
resolverían con la organización del conjunto de la universidad, como es la
creación de un comedor y una fotocopiadora propia de la universidad, con
precios acordes a la necesidad y posibilidad del estudiantado, ya que nuestra
universidad tiene el comedor y la fotocopiadora en manos del sector privado que
hace negocios en nuestra UNLu. Otros problemas como la escasa oferta horaria de
las cursadas, que muchas veces es factor de abandono de algunas cursadas y de
la universidad para los estudiantes que trabajan, son problemas que se
solucionarían si los docentes fueran flexibles con los horarios, de forma de
alcanzar una oferta horaria que contemple las tres bandas horarias (mañana,
tarde y noche).
Estos problemas entre otros, son
la expresión de la lucha constante entre quienes quieren una universidad elitista
y pequeña y entre quienes defendemos la universidad pública, gratuita, laica y
de calidad, al servicio de la clase trabajadora y el pueblo.
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